martes, 15 de enero de 2008

"El vampiro de la gruta" (Un cuento sobre vampiros - Undécima Entrega)

Leonardo se alejo y dejó a Caín recostado en el sillón de varios cuerpos.
Se dirigió hacia la barra y mientras se desplazaba miró a su hermana.
La bella Sofía era tan solo dos años menor, pero el aún la consideraba 'la niña'.
Así era como la llamaban los sirvientes en la 'quinta' de la rivera de San Isidro, en el Norte de Buenos Aires.
La familia Alonso, que se dedicaba a la importación de mercaderías varias, se había mudado allí cuando la epidemia de fiebre amarilla que azotó la gran ciudad en el año 1870.
Sofía era de una belleza frágil entonces, pero siempre había tenido un carácter férreo y había enfrentado con fortaleza las adversidades que comenzaran a hacer estragos sobre la empresa y por ende la fortuna de la familia, cuando el comercio y las operaciones de crédito se vieron practicamente suspendidas por el peligro de la epidemia.
Si el hubiera tenido su misma fortaleza pensó, no la hubiera arrastrado a la muerte eterna como lo hiciera.
Ella lo miró y como era común en ellos, más allá de las capacidades del resto de los de su especie, pudo saber que era lo que el quería.
Dejó su libro sobre la pequeña mesa al lado de su sillón favorito e incorporándose con la gracia habitual con la que se movía, luego se dirigió hacia donde estaba Caín.
Se sentó a su lado y comenzó a hablarle con su característico tono de voz tranquilizador.
Así estuvieron un largo rato.

Cuando Caín se sintiera más calmado, el y Sofía se unieron al resto del grupo.
Continuaron hablando todos hasta que el amanecer comenzó a insinuarse.
La charla había girado mayormente en torno a los detalles logísticos de la eventual mudanza.
El grupo de vampiros decidía como debería hacerse ésta en caso de ser necesario.
Lo de mudanza tenía que ver con el traslado de sus 'lechos', más específicamente.
"-Lo del ataúd es cosa de la literatura sobre vampiros!" le había dicho José María "pero para que complicarnos la vida cuando existe un diseño que nos sirve perfectamente a los fines del descanso!"
Quien hubiera pensado que alguien podía 'descansar' realmente en esos cajones para cadáveres, pensó Caín.
Inclusive había uno destinado para el; Leonardo lo había mandado a Germán a buscarlo el día anterior, sabiendo que eventualmente iba a ser necesario.
Al aproximarse el amanecer todos se metieron en sus ataudes, los que estaban ubicados en un hueco natural a un lado del gran espacio común de la caverna.
Cuando Leonardo levantó la tapa del ataúd destinado a Caín, este se quedó inmóvil, sin decidirse a meterse.
"-No importaría si fueras claustrofóbico" le dijo Leonardo "una vez ahí dentro te dormirás como si fueras un bebé!"
Caín entró al ataúd y se recostó.
"-Debo cruzar las manos sobre mi pecho?" le preguntó a Leonardo.
Este se sonrió y mientras sostenía la tapa le dijo:
"-Haz como te sientas más cómodo!" luego de lo cual, colocó la tapa sobre el ataúd.
Excepto por la estrechez del espacio, no se sentía realmente incomodo.
Todo el interior estaba forrado de un genero aterciopelado y era verdaderamente mullido.

Algo que Caín ni los demás sabían, era que el expreso pedido de que los ataudes fueran hechos con el fondo acolchado, había despertado más de una broma entre los empleados de la casa funeraria cuando se hicieron los encargos.
"-Ni que el finado vaya a sentirse incomodo, ja, ja!" dijo el empleado una vez que Germán se retirara. Había mantenido el rictus de sobriedad y hasta de casi auténtico dolor mientras el cliente se encontraba en su oficina. Pero una vez que éste se retiró, no pudo evitar comenzar a reírse.
"-Basta!" dijo el dueño de la casa funeraria "Son buenos clientes y han tenido una desgracia tras otra. Se más respetuoso!"
Ante lo cual al risueño empleado se le borró la sonrisa de la cara inmediátamente.

Caín escuchó los sonidos secos y apagados de como los demás cerraban sus ataudes.
Fue extraño, pero lo último en lo que pensó fue en su novia Lilian, la hija de los Green.
Le pareció que hacía años que no la veía.
Y luego el sueño lo invadió poco a poco.

Continuará...

John Doe.

4 comentarios:

Rubia Lulú dijo...

Cheee! Mandé el último capítulo de la novela y no pasasteS!!
beso
Lulú.

John Doe dijo...

'Lulú':

Si... imperdonable lo mio!

Pero ya pasé y postee como era menester.

Esos dos no tienen perdón!

Besos.

"Largo y arduo es el camino, que conduce del Infierno a la luz" (John Milton - "Paradise Lost")

Rubia Lulú dijo...

Oh sí
qué buena palabra, "menester".
besos
Lulú.

John Doe dijo...

'Lulú':

Vos sabes que el 'Oh, si!' me afecta, no?

Besos.

"Largo y arduo es el camino, que conduce del Infierno a la luz" (John Milton - "Paradise Lost")