martes, 25 de diciembre de 2007

"El vampiro de la gruta" (Un cuento sobre vampiros - Quinta Entrega)

"-El tipo es un poco raro!" Dijo el empleado del servicio de habitaciones, un joven de veintitantos años.
"-Para vos son todos raros! El pobre parece estar de malas, pero es simpático a pesar de todo. Y no es feo!" Le contestó su compañera, una morocha bastante bonita de la misma edad.
Viendo que entraba a la recepción uno de los dueños de la posada, quien oficiaba de encargado del 'front desk', ambos jóvenes desaparecieron por la puerta que los llevaba al área de servicios.

La luz del sol entraba e inundaba toda la habitación y Caín Harper se levantó a cerrar las cortinas.
Se sentía muy cansado. Miró el reloj. Eran las tres de la tarde.
Desde afuera le llegaban las voces de personas que estaban charlando en la piscina y el sonido del agua cuando alguien chapoteaba en ella.
Siempre de fondo, el continuo siseo del mar cada vez que las pequeñas olas rompían en las playas.
Por que se sentía tan cansado luego de lo que había dormido?
Y por que le molestaba tanto la luz?
Ahora que había corrido las cortinas sentía más alivio, pero siempre que no mirara hacia las ventanas donde, por las endiduras de los costados de los paños, aún se veía una nítida franja de luz blanca.

Volvió a meterse en la cama y se cubrió con las sabanas tapando hasta su cabeza.

Su mente comenzó a nublarse y empezó a sentir que su cuerpo se volvía muy liviano.
Estaba dormido, pero a pesar de todo tenía conciencia de que se encontraba soñando.
La habitación ahora se encontraba a oscuras pero un tenue resplandor lunar, que proyectaba una linea plateada por los lados de las cortinas, le permitía darse cuenta que era de noche.
Era muy extraño, ya que veía toda la escena como desde arriba, como si estuviera flotando.
Comenzó a desplazarse hacia la ventana y de repente, sintió que el aire se había vuelto frío: se encontraba fuera de su habitación.
La placentera sensación de flotar cambió por la sensación de caída.
Pero no caía verticalmente. Podía ver como el paisaje se deslizaba velozmente abajo suyo.
Volaba. Vertiginosamente se desplazaba a una decena de metros del suelo.
La posada, los barrios, 'Casapueblo', todo iba quedando atrás.
Cruzó la blanca y nítida franja de arena de la playa y de repente... el mar.
La luna era un enorme disco blanco platinado que reflejaba su luz sobre la superficie del agua.
Las crestas espumosas resplandecían y podía sentir como el salitre invadía sus fosas nasales y podía saborearlo.
Le producía un ligero vértigo cruzar velozmente por sobre las filas de pequeñas olas.
Luego de lo que le parecieron pocos minutos, vio como si el cuadro girara y se encontró desplazándose hacia la costa.
Veía la linea de luces brillantes que se agrandaban cada vez más y comenzó a divisar primero la playa y luego los acantilados.
Se acercaba más y más y comenzó a descender hacia la playa.
Repentinamente se encontró de rodillas en la arena.
Ahora el viento se sentía más suave, pero igualmente frío.
Escuchó voces que se acercaban.
Se arrastró detrás de unas rocas y agudizó su oído.
Era increíble como podía registrar cada sonido, diferenciar la fuente de cada uno de ellos.
Por un lado esas voces. Voces jóvenes, una masculina y otra femenina.
El sonido de automóviles desde arriba de los acantilados, más voces de personas, múltiples ecos de las olas que reververaban contra las rocas y de fondo, el mar. Constantemente el siseo del mar como una tenue sinfonía que envolvía todo.
Las voces de los jóvenes que se acercaban ya no se oían, pero podía escuchar el sonido de sus cuerpos sobre la arena.
Se asomó por sobre las rocas y los vio, tendidos, abrazándose y besándose.
Se encaramó sobre las rocas y sus sentidos se agudizaron y centraron en la pareja, relegando todos los demás sonidos a un segundo plano y excluyendo algunos por completo.
Se encontraba a unos pocos metros, seis o siete.
Ahora podía sentir el calor de esos cuerpos, los latidos de sus corazones que bombeaban cada uno con su propio ritmo.
Una nueva sensación recorrió todo su cuerpo, como una corriente eléctrica que le erizó la piel.
La joven dejó de besar a su compañero y levantó la cabeza.
Ambos miraron a su alrededor hasta que se quedaron inmóviles de cara a donde el se encontraba.
Lo último que Caín Harper vio, fueron sus rostros aterrorizados.
Y luego todo se tiñó de rojo.

Continuará...

John Doe.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

"El vampiro de la gruta" (Un cuento sobre vampiros - Cuarta Entrega)

" -Se siente bien?"
La voz ronca sobresaltó a Caín que, de no ser porque volvió a caerse cuando se levantó violentamente, hubiera salido corriendo quien sabe a donde.

Miró y se tranquilizó. Se trataba de un hombre anciano.

Aunque cuando su visión comenzó a ajustarse, se dio cuenta que no era tan anciano sino, que tenía unos rasgos faciales más bien duros y algo grotescos, ligeramente 'orientales'.

" -Si, estoy bien."

" -Pero está sangrando!" replicó el extraño hombre.

Su voz ahora no le parecía tan ronca. Hablaba con un tono neutro y monótono, con un ligero 'siseo' que era lo que la hacía sonar tan particular.

" -Quien es usted?" preguntó Caín.

" -Un pescador. Estaba en aquella gruta más
pequeña arreglando mis redes cuando lo vi entrar allí."
" -Vive aquí?"

" -No. Solo estoy durante el día. Cuando vuelvo de pescar me quedo arreglando mis lineas y mis redes. Usted es turista, no?"
Caín se sentía cansado como para continuar conversando y aún le dolía donde había sido mordido por el vampiro.
" -Si, no soy de aquí si a éso se refiere. Creo que debo irme, disculpe."

" -Si. No es bueno andar por aquí después de la caída del sol. Lavese la herida o se le infectará!"
El pescador miró hacia el mar y se frotó la barba descuidada. " -Si, es mejor que se vaya." dijo como hablando para si mismo. " -Pero vaya por el otro lado, por la escalera. Sin luz podría caerse y romperse los huesos entre las rocas!"
" -Bien, éso haré. Gracias." le respondió mientras se incorporaba.

Comenzó a caminar en la dirección que le señalara el hombre y mientras lo hacía se dio vuelta para volver a mirarlo.

El pescador miraba hacia el mar, donde podía verse el sol que ya se estaba ocultando bajo el horizonte y luego miraba hacia la gruta.

A la distancia pudo escuchar que éste continuaba hablando solo, más bien como si entonara una letanía.

Le pareció que el hombre repetía "Volverá... volverá!"


Caín encontró la escalera y comenzó a subirla.
Estaba hecha con unos baldosones rectangulares de roca, que se elevaban sinuosamente entre los escollos y los parches de hierbas. Cuando llegó al final de la escalera se encontró con la 'ruta panorámica', por donde un par de automóviles se desplazaban hacia y desde el mirador. Con un ultimo vistazo hacia el mar, emprendió cansadamente el regreso a la posada.

Ya en su habitación de la posada se dirigió al baño y se desvistió.
Se metió en la ducha y dejó que el chorro de agua caliente le cayera con fuerza. Se enjabonó todo el cuerpo y a pesar de que aún le dolía, frotó insistentemente el lugar de la mordida. Esta no sangraba, aunque podían verse dos orificios pequeños pero nítidos que permanecían abiertos.

Cuando terminó se secó y aplicó un desinfectante que le diera el empleado del servicio de habitaciones y luego cubrió la herida con un apósito.

" -Mañana deberé ir a una clínica a que me revisen... y a darme una vacuna contra la rabia" se dijo.
" -Maldita sea!"
El agua caliente lo había relajado más de lo que esperaba.
Corrió la manta y las sabanas de la cama y se introdujo en ella.
A pesar de que aún era temprano se sentía muy cansado.

En un par de minutos estaba profundamente dormido.


Continuará...


John Doe.

lunes, 17 de diciembre de 2007

"El vampiro de la gruta" (Un cuento sobre vampiros - Tercera Entrega)

Al acercarse a la caverna, Caín Harper sintió lo mismo que sentía cuando niño al entrar por las noches en el altillo de la casona familiar
Era como entrar en un cuento de terror.
Su padre era coleccionista de antiguedades y conservaba varios ítems dignos de estar en un museo.
A pesar de que el Sr. Green le sugiriera vender alguna de ellas en razón de lo valioso que serían, jamás se le cruzó por la mente al Sr. Harper deshacerse de ninguna.
A Caín había una que le fascinaba y aterraba al mismo tiempo: se trataba de un 'raro' ejemplar muy parecido a la 'Dama de Hierro de Nüremberg'.
Lo que le resultaba aterrador no era la función para la que había sido concebida, sino que la expresión del rostro femenino que ostentaba el macabro artefacto, carecía por completo de la serenidad que viera en la que aparecía en los libros de historia.
La del altillo de su casa sonreía levemente, pero con una sonrisa maliciosa, como deleitándose de antemano del festín sangriento que se daría cuando le trajesen alguna víctima.
Pero aquí no había nada que temer y el ya no era más un niño.
No obstante la sensación permanecía aún cuando comenzó a adentrarse en la caverna.

Descendió hacia el interior bajando la media docena de escalones que, al igual que el suelo de la gruta, habían sido construidos por la mano del hombre aunque parecieran ser parte natural de la misma.
Si bien en el exterior la luz del sol llegaba ya débilmente al fondo de la playa donde estaban las grutas, aquí adentro parecía haber un tenue e impreciso resplandor, pero que le ayudaba a ver lo suficiente del inmenso recinto.
Excepto por los rincones más oscuros, se podían ver en un par de sitios estructuras de lo que antaño fueran las barras de los bares de una 'disco' y algunas para las cuales no podía adivinar el uso que se le diera.
Caminó más hacia el interior, sintiendo el olor a humedad impregnado de restos de vegetales y vida marina en descomposición.
El sonido líquido de sus pasos sobre los charcos que cubrían el suelo del lugar, le volvía en tenues ecos desde las sombras.
Escuchó algo que goteaba y miró hacia arriba.

A pesar de que le habían advertido al respecto, no pudo evitar sobresaltarse al ver que la bóveda de la gruta estaba adornada por vampiros que colgaban en grupos desparejos.
Parecían dormir pacíficamente ajenos a su presencia, aunque alguno que otro desplegaba sus alas como desperezándose.
Caín caminaba mirando hacia arriba, como vigilando a esos pequeños seres que se amontonaban cabeza abajo.
De repente tropezó con un desnivel del suelo y cayó pesadamente.
El ruido húmedo que se produjo reverberó a lo largo y a lo ancho del lugar.
Se apoyó con las manos a los costados de su cuerpo y volvió a mirar hacia la bóveda de la gruta para ver si todo permanecía igual.

Primero uno. Luego otro. Después de a montones, los vampiros comenzaron a soltarse y a volar en círculos agitando sus alas velozmente.
Caín comenzó a sentir que su respiración se agitaba, los latidos de su corazón se aceleraban, la sangre se le agolpaba en las sienes.

De repente, el caos.

Con una explosión de chillidos agudos e infernales y un golpeteo seco y membranoso, los vampiros salieron despedidos en todas direcciones y comenzaron a llenar el lugar.
Como si volviera a ser aquel niño en el altillo, Caín solo atinó a acurrucarse sentado en el lugar que se encontraba.
Sentía como esas pequeñas bestias le pasaban batiendo sus alas y chillando, demasiado cerca para su tranquilidad.
De pronto, un escalofrío le recorrió la espalda.
Y no era solo un escalofrío, pues sintió que uno de esos pequeños seres inmundos, arañando su camisa le trepaba por la espalda.
Fue ahí cuando impulsado como por un resorte invisible, de un salto comenzó a correr por el interior de la gruta.
Corría en círculos velozmente, como si imitara el vuelo de los vampiros.
Se retorcía y realizando con sus brazos movimientos que contradecían las posibilidades de sus articulaciones, trataba de alcanzar a la alimaña que continuaba prendida a su camisa.
Cuando ésta alcanzó a treparse al músculo de su trapecio izquierdo y Caín pensó que lo iba a agarrar, sintió como la pequeña fiera le clavaba sus dientes.
Luego de un segundo de agudo dolor, desproporcionado para el tamaño de esos pequeños dientes, logró agarrarlo, arrancarlo de sus ropas y lo arrojó violentamente hacia el vacío.
El vampiro agitando violentamente sus alas membranosas, realizó una pirueta y evitó estrellarse contra la pared de roca y se elevó uniéndose a la danza aérea del resto de sus camaradas.
Caín corrió hacia la boca de la caverna y salió al exterior.
Trastabillando recorrió tan solo unos metros y cayó de rodillas sobre la fina arena.
Estaba empapado en su transpiración y sintió como la helada brisa marina lo envolvía en su manto.

Los vampiros comenzaron a salir de la gruta y a elevarse...
y como un interminable torbellino demoníaco, se fueron perdiendo en el oscuro cielo del ocaso.

Continuará...

John Doe.

sábado, 15 de diciembre de 2007

"El vampiro de la gruta" (Un cuento sobre vampiros - Segunda Entrega)

Caín caminó más allá de un pintoresco barrio llamado 'Casapueblo', llegando al extremo de la 'Ruta Panorámica'.
El lugar estaba rodeado con un tapial de mediana altura hecho con rocas, lo que le hizo recordar los que construyeran los romanos en 'Bretaña' y de los que había leído en los libros que atesoraba su padre en la casona de Zona Norte.
La vista desde allí era impresionante y podría disfrutarla durante un largo rato, ya que el sol todavía estaba a cierta altura sobre el horizonte.
Hacia su izquierda y a lo lejos, podía verse Punta del Este con una infinidad de luces ya encendidas.
Comenzó a bajar la vista y junto a la formación rocosa que como un dedo se internaba en el mar apacible y por la que transcurría la ruta panorámica, pudo divisar una zona de acantilados donde seguramente se encontrarían las grutas que le habían mencionado.
Como por impulso, saltó el tapial y comenzó a bajar en esa dirección.
A medida que bajaba, le resultaba extraño el contraste entre los hoteles y las casas que había cruzado de camino al extremo del mirador y este paisaje que ahora transitaba, que le recordaba más bien a la costa de Gales o de algún otro lugar de las islas inglesas.
" -He leído demasiados libros de mi padre!" se dijo.
Siempre le gustó sentirse a si mismo un poco 'british', aunque seguramente para el gobierno de 'su majestad' lo fuera tanto como un 'kelper', o tal vez menos aún.
La hierba por la que caminaba comenzó a dar lugar a las rocas; primero estaban éstas esparcidas como en islotes y luego toda la superficie se transformó en rocosa.
Continuó descendiendo a través de las escarpaduras y entre pequeños acantilados hasta que llegó a la orilla del mar, de la que aún lo separaba una pequeña franja de arena que se interrumpía aquí y allá.
Siguió en dirección hacia el interior de la Bahía de Maldonado, trepando los escollos que se sumergían suavemente en el mar.
Fue a dar a una pequeña playa de arena fina que se adentraba entre los acantilados.
En el fondo de éstos, donde la playa parecía terminar, se abría una caverna de unos seis metros de altura aproximadamente.
Sin dudas se encontraba frente a las grutas.

Continuará...

John Doe.

jueves, 13 de diciembre de 2007

"El vampiro de la gruta" (Un cuento sobre vampiros)

Este cuento, está inspirado en las noticias que proporcionó 'Eugenia' sobre las actividades de los 'mortíferos roedores voladores' que están haciendo de las suyas allá en sus tierras.
Se los iré entregando aleatoriamente entre los otros posts y en la medida que lo dicte mi imaginación (y mi escaso tiempo... o era a la inversa?)


"El vampiro de la gruta" (Primera Entrega)


Caín Harper venía huyendo.
Pero no huía de la ley, de acreedores -lo que equivaldría a lo anterior- o de algún enemigo.
Caín huía de su familia.


Hijo de ingleses que emigraron a Argentina en la década del '60, había sido criado en la Zona Norte del Gran Buenos Aires en una casona de estilo apropiado para su herencia cultural británica y bajo las estrictas reglas de su familia y la Biblia de King James.
Ahora, sentado en la baranda de una posada en Punta Ballena, muy cerca de Punta del Este, Caín pensaba que haría con su futuro.

Sus padres no habían logrado convencerle de que se casara con Lilian, la bonita pero insulsa hija de los Green, otra familia inglesa de Buenos Aires con quienes los Harper mantenían una estrecha amistad.
Caín venia noviando con Lilian desde hacía dos años y a pesar de la insistencia de ambas familias -a excepción de la misma Lilian, quien parecía compartir la misma falta de apuro por el matrimonio que el novio- y del argumento de que con sus 37 años y su poca sociabilidad no encontraría mejor candidata, armó su bolso y se lanzó a este viaje con la intención de aclarar el panorama respecto a su vida.

La elección del lugar fue fortuita y ayudada por el hecho de que Punta del Este estaba tan solo a vuelo de una pedrada de distancia de Buenos Aires, del otro lado del Río de la Plata.
En plena temporada veraniega, consiguió un pasaje de avión con increíble suerte -o tal vez porque estaba predestinado de esa manera- y un par de horas después, se encontraba en el aeropuerto de la ciudad balnearia uruguaya.
Pero como necesitaba de un poco de tranquilidad, al arribar decidió que se quedaría en la pequeña localidad que distaba pocos kilómetros de Punta del Este.

El sol iba a ponerse en poco tiempo y Caín decidió que sería mejor disfrutar del ocaso a la orilla del mar; se incorporó de golpe y comenzó a caminar hacia el lugar que era conocido como 'Las Grutas'.
Uno de los empleados de la posada le había contado durante la tarde, sobre ese sitio y su particular atracción: los vampiros.

Continuará...

John Doe.

sábado, 8 de diciembre de 2007

El alma de los vampiros

No, no se trata de una reseña histórico-social como en el post de vampiros anterior.
Es que estos personajes no dejan de fascinarme.
Pero esta fascinación no deviene de lo que puede resultar más obvio de ellos.

Hace unos momentos termine de ver "Entrevista con el Vampiro" (Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles - 1994), un film que vuelvo a disfrutar 'profundamente' cada vez que lo veo.

Muy lejos del estereotipo del vampiro al que nos acostumbro Bela Lugosi en la década del '30 y llegando más allá que el 'Dracula' de Bram Stoker, los vampiros de "Entrevista..." 'Louis' y 'Lestat', poseen características emocionales increíblemente 'humanas', algo de lo que ellos parecen renegar todo el tiempo. Lo mismo sucede con 'Claudia', la pequeña vampiro que los acompaña y con el patriarcal 'Armand', a quien 'Louis' conoce en París.

Y cual es la característica tan humana y predominante en estos personajes?

La búsqueda y conservación de otra 'alma' que los acompañe y a quien brindarle su ser.

Que quería Lestat cuando convirtió a Louis?
Un compañero. Un socio en aventuras. Un amigo.

Aún cuando se irritaba con la resistencia de Louis a lo que realmente eran, Lestat disfrutaba inclusive de las 'debilidades' emocionales de su compañero.

Admiraba a Louis por su fortaleza espiritual, su belleza y sus sentimientos tan humanos, tal vez para recordarse a si mismo lo que el alguna vez había sido y así sentirse el también un poco humano.

Louis encarna en si mismo, la lucha interior de un vampiro por no perder por completo el lazo que lo mantiene unido a su antigua mortalidad y humanidad. Desarrolla por la pequeña Claudia, de quien se siente responsable por haberla arrastrado a la noche eterna, un profundo sentimiento de amor paternal.

Claudia. Quien de niña víctima pasa a ser una 'niña-adolescente-adulta' malcriada y egoísta, alimentandose no solo de sangre, sino también del amor de Louis.

Y que es lo que busca Armand, tal vez el más antiguo de los vampiros?
Una nueva perspectiva para su deteriorado espíritu de 400 años de derrotero.
Retroalimentarse del influjo que un 'maestro' veterano obtendrá de un discípulo prometedor.

Por último, un personaje de breve aparición pero igualmente iluminador: Madeleine.
Madeleine es la víctima de Claudia y a quien esta quiere conservar como eterna madre.

Y que es lo que más anhela Madeleine?

Cuando Louis le dice que no tiene la más vaga concepción sobre lo que le está pidiendo, Madeleine le contesta: " -Au contraire, Monsieur, la tengo. Quiero una hija que jamás morirá!"


Pues entonces estos vampiros, tan humanos como el resto de los mortales, no quieren acaso lo mismo que cualquiera de nosotros?

Como uno, no quieren un amigo, una amada, un compañero, pero que además, siempre estén?

"Who will take care of me my love, my dark angel, when you are gone? " (Claudia)

John Doe.

sábado, 1 de diciembre de 2007

H.P.Lovecraft

Dialogo en la embajada de U.S.A.:

Oficial Consular (femenino): -Y por que motivo piensa viajar a New York?
John Doe
: -Turismo (mentira), visitaré los lugares típicos. Y estando tan cerca, haré el viaje hasta Providence, Rhode Island.

Oficial Consular
: -Y para que quiere ir a Providence?

John Doe
: -Para visitar la ciudad y la casa natal de mi autor de literatura favorito.

Oficial Consular
: -Y cual es?

John Doe
: -Howard Phillips Lovecraft!


Obtuve una muy preciada visa 'múltiple e indefinida', que obviamente no se debió a la exótica excusa que utilicé, aunque siempre me gustó pensar que así fue.

No viaje a New York en esa ocasión y de todas formas llegaría tarde para conocer la casa natal de Lovecraft, ya que ésta fue derribada en el año 1961.
De cualquier manera me hubiera encantado deambular por las mismas calles por las que lo hacía Lovecraft en sus incontables noches de insomnio.


Para los que no lo conocen, H.P.Lovecraft fue un escritor estadounidense (1890-1937), que poseía una mente brillante y tortuosa como la de muchos artistas que trascendieron los limites del tiempo con sus obras. Creador del genero de cuentos de 'horror sobrenatural' o 'cósmico', que revolucionó la literatura de terror.

Ya a los dieciséis años era un completo prodigio: hablaba por lo menos media docena de idiomas, había publicado su primer obra de horror gótico "La bestia en la cueva" y varias revistas para aficionados de las ciencias, escribía la columna de astronomía para el periódico 'Providence Tribune' y devoraba libros como otros niños de su edad sus cereales.

Descendiente de anglosajones 'puros' (por parte materna su linaje puede ser rastreado hasta los colonos del 'Mayflower') y criado desde la muerte de su padre y posteriormente su abuelo materno por su madre y un par de tías, su personalidad 'victoriana' le hicieron limitarse a un reducido grupo de amigos (más por correspondencia que en persona) e ignorar un mundo en el que no se sentía a gusto.


Su obra fue evolucionando -o simplemente cambiando- hasta alcanzar la estatura propia de una imaginación oscura y plagada de pesadillas que, aún hoy continúa fascinandome.
Mi favorito es la que probablemente sea una de sus mejores creaciones, una novela corta con el titulo "El caso de Charles Dexter Ward" (The case of Charles Dexter Ward-1928) y el primero que leí fue "En las montañas de la locura" (At the mountains of madness-1931), un cuento que convierte al helado desierto antártico en el escenario de una obra maestra de la narrativa.
Y 'Los Mitos'.
Por supuesto están 'Los Mitos'.

En un principio, sus cuentos contenían más ingredientes típicos de la literatura de horror 'gótica' aunque relatados de una manera y con entornos 'poco convencionales' -a diferencia de la obra de Edgar Allan Poe- combinación de experiencia 'psicodélica' y un paseo por castillos decadentes.

Comienza a mesclarse la obra inspirada en los cuentos de uno de los pocos autores que disfrutaba y respetaba, Lord Dunsany (1878-1957); relatos de viajes oníricos a lugares que aunan una belleza sin igual, la tenebrosidad que solo la más absoluta soledad puede proveer y el terror por 'cosas' indescriptibles pero que pueden presentirse.
La 'fantasía heroica' es un genero que tiene como pioneros a Lord Dunsany y a Lovecraft.

Y es a continuación, cuando H.P.Lovecraft alcanza las más altas cotas del horror en una fecunda serie de cuentos que fueron conceptualmente reunidos bajo el nombre de 'Los Mitos de Cthulhu'.
En 'Los Mitos', nuestro autor construye una mitología cosmogónica de la que los protagonistas de los cuentos, solo logran vislumbrar una parte de los horrores que acechan a la humanidad desde los más remotos rincones del universo y desde las abismales profundidades de nuestro planeta.

En palabras del mismo Lovecraft: "Todas mis historias, por inconexas que parezcan, se basan en el saber o leyenda fundamental de que este mundo estuvo habitado en un tiempo por otra raza que, al practicar la magia negra, perdió su posición establecida y fue expulsada, pero que vive en el exterior, dispuesta siempre a tomar posesión de esta Tierra nuevamente."

El cuento que da el puntapié inicial a 'Los Mitos' fue "La llamada de Cthulhu" (The call of Cthulhu-1926), donde al principio del mismo el protagonista advierte que "Lo más piadoso del mundo, creo, es la incapacidad de la mente humana para relacionar todos sus contenidos."

H.P.Lovecraft nos ayuda a relacionar algunos de esos contenidos (para disfrutar de su obra, dejense llevar y pretender que es así) y mientras nos pasea por las zonas rurales de New England o sus ciudades costeras ficticias, desconocidas islas del Pacífico o las inmensidades heladas de Antártica, nos da un vistazo sobre las más profundas y oscuras sensaciones y temores que anidan en el alma humana.

"Que no está muerto lo que yace eternamente,

Y con el paso de los eones extraños aún la muerte puede morir."

Necronomicón


John Doe.