sábado, 8 de agosto de 2009

"El vampiro de la gruta" (Decimocuarta Entrega)



El eco del disparo en el estrecho pasillo me dejo ensordecido. El humo de la pólvora y la falta de luz me impidieron ver por un momento y cuando pude volver a distinguir el escenario... el sujeto había desaparecido! Habría salido corriendo hacia la calle? Imposible!
De repente, sentí como alguien me sujetaba por los brazos y me arrastraba hacia el interior del conventillo, hacia el patio central. El tirón fue tan violento que me impidió pronunciar palabra alguna. No sentía el suelo bajo mis pies y me pareció que los pulmones se me vaciaban de aire. Cuando fui depositado nuevamente sobre el piso embaldosado, las piernas se me aflojaron y caí de rodillas.
No había terminado de caer en esa posición cuando sentí un dolor lascerante en el costado de mi cuello. Me estaban mordiendo! Si, sentía los dientes hundiéndose en mi carne, el cálido aliento y la humedad que iba aumentando. Esa era mi sangre! Ese fue el último pensamiento coherente que tuve; inmediatamente me invadió una sensación de estupor y perdí el conocimiento.

Comencé a despertar como si estuviera recuperándome de una resaca; la única diferencia era la ausencia del clásico dolor de cabeza. Me sentía mareado y me costo un gran esfuerzo incorporarme.
Parecía que estaba a oscuras, pero poco a poco mi visión comenzó a ajustarse y empecé a distinguir en las penumbras. La habitación estaba iluminada por la amarillenta y débil luz de algunas velas ubicadas sobre una mesa y un aparador. Y en el extremo de la mesa, algo fuera del alcance de la tenue iluminación, estaba sentado el.
Instintivamente busque en mi cintura el revolver, pero inmediatamente me di cuenta que ya no lo tenia.
"- Nunca dejan de maravillarme estas herramientas. Son objetos fascinantes. Y si bien no todos pueden apreciarlo, de un alto valor estético." dicho lo cual, empujo mi revolver delante suyo. "Pero lamento decirle que no le será de utilidad conmigo! Lamentablemente para usted, aunque el tiempo dirá si realmente lo lamentará!"
Era el sujeto extranjero con quien había hablado brevemente en el reñidero de gallos. Entonces recordé lo que había sucedido en el conventillo.
"-Maldito imbécil, me mordió! Acaso es un animal o no le han enseñado a pelear como un hombre?" Me frote el cuello donde sentía la mordida; se podían palpar dos punciones muy nítidas "lo voy a matar como a un perro rabioso!"
Me incorpore trastabillando y me abalance sobre la mesa, estirando el brazo para alcanzar mi arma. El extranjero sin sobresaltarse volvió a tomarla y apoyo ambas manos sobre ella.
"-Ya le dije que no podría hacerme daño con su arma, pero de todas maneras, no queremos escandalizar a los vecinos, no es así?"
Tuve que apoyarme sobre la mesa para no caer. Acerque la silla que tenia mas a mano y me senté pesadamente.
"-Que es lo que quiere? Si se trata de dinero le advierto que perdí todo en las riñas de gallos!"
"-Si. Allí y en lo de la señorita que visito luego. Muy bella la joven húngara, aunque bebe demasiado para mi gusto. Bueno, eso le salvo la vida. "
Lo mire y estaba por comenzar a decirle que si le había hecho daño a Esther lo mataría, pero como si hubiera adivinado mis pensamientos me hizo un gesto con la mano deteniéndome.
Recién en ese momento comencé a prestarle atención al personaje.
Lo primero que llamo mi atención fueron sus manos. De dedos finos y largos y con las uñas crecidas mas de lo normal para un caballero. El color de la piel era de una blancura enfermiza y su textura parecía como encerada. Entonces vi bien por vez primera su rostro. Este era de corte anguloso y con unos pómulos bien marcados. Sus labios eran gruesos y su boca tenia dibujada una sonrisa despectiva. Un ancho bigote la coronaba, extendiéndose hacia los costados y hacia abajo, mas allá de la comisura de la boca. Eran de un castaño casi negro, al igual que sus cabellos, que onduladamente caían sobre sus hombros. Y sus ojos. Esos ojos que yo había visto resplandecer en el pasillo del conventillo eran los ojos de un depredador. Tenían una expresión feroz, como si encerraran un odio capaz de rivalizar con la furia de los poderosos dioses griegos. Ese rostro encerraba muestras de la brutalidad mas extrema y de una inteligencia que traspasaba los limites del tiempo. Lo mire fijamente y note que el me contemplaba con un aire de indolencia, a pesar de sus ojos llenos de odio.
Los pelos de la nuca se me erizaron y no pude evitar que una corriente de escalofríos me recorriera el cuerpo por completo. Entonces comenzó su relato.
"-Escucha con mucha atención joven Leonardo, pues te contare sobre mi linaje. Pertenezco a una estirpe inmortal, de la que no se tiene memoria cuando surgió. Somos los dueños de la noche y nuestro poder es superior al de cualquier otra criatura sobre la tierra. Nuestra sangre conserva la nobleza de los que han pertenecido a nuestra estirpe. De sangre nos alimentamos para sobrevivir y sobreviviremos aun cuando los nietos de los nietos de los mortales ya se hayan convertido en polvo. Somos la nueva raza. Nos llaman vampiros, pero somos el nuevo hombre!"

Continuará...

John Doe.