viernes, 21 de marzo de 2008

"Paradise Lost - Satan Flies up to Earth" (John Milton)

"Iba pues pensativo y lentamente subiendo Satán por la empinada y áspera colina, sin hallar camino alguno entre los enmarañados zarzales y malezas que estorbaban el paso a hombres y animales. Una sola puerta tenía el Paraíso, y miraba a Oriente, hacia el lado opuesto; lo cual advertido por el príncipe infernal, sin hacer caso de ella y como por menosprecio, salvó de un ligero salto el valladar de la colina y su mayor altura, y cayó en el fondo interiormente.
A la manera que un lobo rapaz obligado por el hambre a rastrear una nueva presa, acecha los lugares del campo en que los pastores encierran por la noche sus ganados, creyéndolos seguros, y salta por encima del redil, cayendo en medio del rebaño, o como el ladrón, que para dar con el escondido tesoro de un rico ciudadano, preservado de todo asalto bajo dobladas puertas, hierros y cerrojos, se desliza furtivamente por las ventanas o las techumbres; tal se introdujo en el campo de Dios aquel malvado, como se introdujeron después mercenarios viles en su templo. Vuela de allí al árbol de la vida, que estaba en medio y sobresalía de entre todos los demás, y posase en él transformado en buitre; y no para procurarse nueva vida, sino para idear la muerte de los que vivían; no para aprovecharse de la virtud de aquel árbol, sino de su fruto, que no abusando de él, era prenda segura de inmortalidad; tan cierto es, que sólo Dios conoce el justo valor del bien presente, y que por el abuso o el mal empleo se pervierten las mejores cosas. Inclina luego al suelo su mirada, y contempla las nuevas maravillas, los tesoros con que la naturaleza brinda a los sentidos del hombre en aquel estrecho recinto, en aquella tierra, que más bien es abreviado cielo."

"El Paraíso Perdido - Satán se eleva a la Tierra"

John Milton

Grabado de Gustave Doré

jueves, 20 de marzo de 2008

"Los blogs secretos"

Estuve un tiempo sin visitar los blogs que frecuentaba y sin escribir en el propio.
Hoy retome ambas actividades y encontré que al tratar de abrir algunas de aquellas direcciones, Blogger me anuncia que:

"Este blog sólo admite a lectores invitados."

Ehhh???

Es el inicio de los blogs introspectivos?
Ahora son como diarios intimos?
Son tales los conocimientos arcanos que allí se encuentran que no son dignos de ser accesibles públicamente?
La razón es otra distinta a las que enumeré?

Por favor... que alguien me lo explique con manzanas!

John Doe.

"El vampiro de la gruta" (Decimotercera Entrega)

Buenos Aires en 1870…

Mucho distaba de ser una verdadera ciudad.

Buenos Aires aún era ‘La Gran Aldea’ y el nombre le era realmente merecido; tal vez eran más los rasgos y hábitos de la época colonial que los de la modernidad.
La familia Alonso, o lo que entonces quedaba de ella, vivía en una quinta en la zona que luego fue conocida como Recoleta, a la que se había mudado para evitar las pestes que cada tanto campeaban ‘allá abajo’, en los barrios cercanos a la Plaza 25 de Mayo y la de la Victoria.
A medida que uno se alejaba de ese epicentro, la arquitectura predominantemente colonial iba cediendo poco a poco lugar a construcciones precarias de madera e inclusive de barro y paja.
Ese panorama era más patente si uno se dirigía hacia el sur.

En esa época, yo era un joven apuesto de veintisiete años que se dedicaba a gastar la fortuna que mi padre había forjado mediante el negocio de importación de mercaderías.
Mis padres habían fallecido doce años antes, durante uno de los brotes de cólera que dejo centenares de muertos y lo que nos llevó a mudarnos a donde en ese entonces vivíamos.
Mis pasatiempos favoritos por aquellos tiempos eran los juegos de cartas y las riñas de gallos.

La noche de mi condenación me encontraba en el ‘reñidero’ de la calle Venezuela al 162, asistiendo a las últimas riñas de la temporada. Eran finales del mes de Enero y el clima Rioplatense, caluroso y húmedo, parecía traer tan solo malos augurios.
En la cancha un gallo inglés acababa de eliminar a su contrincante, un gallo de la raza ‘Calcuta’. Mi paso a través de la inmortalidad me enseñaría que la suerte no siempre favorecería al Imperio Británico en India de la misma manera.
Yo había bebido un poco, no demasiado, pero el calor reinante en el lugar me tenía algo aturdido.
Una voz con fuerte acento extranjero me preguntó desde atrás:
“-A cual me sugiere apostar en la próxima?”
Me di vuelta y vi a la persona en cuestión.
Se trataba de un hombre de unos cuarenta años aproximadamente, vestido al estilo europeo aunque de manera algo exótica.
“-Entre el malayo y el belga yo apostaría al malayo. Viene con una buena racha, aunque tampoco sería imposible que hoy se le acabara!”
“-Parece que conoce el deporte…” dijo el extranjero “gracias por el dato!”
“-No tiene por que señor…?”
“-Disculpe mi falta de modales. Mi nombre es Boris Musat.”
“-Leonardo Maximiliano Alonso. De donde viene usted señor Musat?”
“-De Valaquia, Rumania.”
“-Pues está algo lejos de su hogar ciertamente.”
“-Así es joven caballero. Pero no le molestare más. Que tenga una agradable velada.”
“-Gracias. Igualmente para usted.”
Volví mi atención a la cancha, donde tal como era de esperarse, la carrera del gallo malayo llegó a su final con un golpe de espolón que le propiciara el otro animal.
Luego de ver otra riña donde un fabuloso ‘Aseel’ despachó sin mucho tramite a su contrincante y habiendo perdido yo dos apuestas consecutivas, perdí el interés y salí del local.

Me dirigí a unas pocas cuadras de ahí, a lo de Esther, una prostituta húngara que tenía su propio cuarto en una pensión.
Esther me recibió con una sonrisa. No es que fuéramos grandes amigos sino que yo le dejaba buenas propinas.
El lugar era pequeño pero limpio, no como los cuartuchos de los conventillos donde se hacinaban la mayoría de las prostitutas europeo-orientales que abundaban en la ciudad.

Luego de tener sexo con Esther y de haberme bebido media botella de Sliwowitz, un aguardiente que traían de Hungría y que se te iba a la cabeza rápidamente, salí del caluroso lugar en busca de un poco de aire fresco.
El clima seguía siendo bochornoso, pero en comparación con la pequeña habitación en donde acababa de estar, se podía respirar algo mejor.
Caminé por las estrechas veredas de la zona, tenuemente alumbradas por las lámparas de gas, sintiendo como el calor y el alcohol me hacían transpirar.

Tal vez hacía rato que me seguían y mi mente abotargada no me lo había permitido notar, pero ahora escuchaba el eco de pasos muy atrás mío, donde las penumbras no me permitían identificar de quien se trataba.
Me detuve y traté de penetrar las sombras en la distancia. Quien quiera que fuera se detuvo también.
Era extraño, solo alguien de cierto nivel económico podría usar la clase de zapatos que pudieran resonar nítidamente en las callejuelas vacías y silenciosas.
Si no se trataba de un asaltante de quien entonces?
Reanudé mi marcha y los pasos de quien me acechaba se reanudaron también.
Antes de llegar a la esquina vi a mi izquierda la entrada a uno de los tantos conventillos que abundaban en ese barrio. Sin dudarlo entré.
Era un largo y oscuro pasillo que al final desembocaba en un patio central, alrededor del cual estarían los varios cuartos donde se amontonarían decenas de inmigrantes pobres.
Caminé hasta la mitad del pasillo y desenfundé un revolver Colt Pocket Navy que me había regalado mi finado padre. No se podía andar por esa zona de la ciudad desarmado; ni entonces ni nunca.
Me quedé mirando hacia la entrada del pasillo.
Escuché como los pasos se acercaban cada vez más, hasta que la silueta de un hombre se perfiló en la entrada.
Luego de un momento el desconocido comenzó a caminar hacia mí.
Amartillé el arma, la levanté y apunté a la altura del pecho.
“-No de un paso más!” dije con voz firme pero sin gritar.
Quien quiera que fuera no titubeó ni por un instante y continuó avanzando hacia mí.
A tan solo unos pocos pasos, lo único que pude distinguir fueron sus ojos: estos brillaban demoníacamente.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
Presioné la cola del disparador y la detonación del revolver saturó por completo mis sentidos.

Continuará…

John Doe.